Final en claroscuro con la torería de Ruiz Manuel y la raza de Fandiño

Pocos trofeos y mucho toreo para repasar en la memoria a la espera de la próxima

Ruiz Manuel dejó muestras sobradas de la madurez de su toreo elegante y profundo.
Ruiz Manuel dejó muestras sobradas de la madurez de su toreo elegante y profundo.
Jacinto Castillo
01:00 • 31 ago. 2014

Con septiembre asomándose por encima de los remates de la Plaza, la Feria se despidió entre telones grises, con algunos destellos iluminando las costuras. Destellos de torería de Ruiz Manuel y destellos de raza torera de Iván Fandiño, envolviendo la mediocridad de Fandi, como para evitar que se viera en exceso. Una mediocridad muy poco generosa para con los fandistas, porque el granadino se dejó sin torear a su segundo toro, después de tratar de poner en evidencia que no servía y resultando que fue el toro quien consiguió demostrar las carencias de su matador. 




La Feria se acabó con un cierto amargor en el paladar porque un incidente en la grada del cinco dejó la peor de las sensaciones en una corrida de toros y esta Plaza no está acostumbrada a tan desagradable experiencia y mucho menos con toreros implicados en el incidente.




Ruiz Manuel
Ruiz Manuel dejó tandas precisas y preciosas a sus segundo toro con la derecha. Fue este un ejemplar que bien puede considerarse el mejor de la tarde por su trapío y su comportamiento. “Rayito” salió  encastado y serio, de modo que todo lo que el almeriense le hizo tuvo importancia, desde que inició la faena desengañando al animal con unos torerísimos y eficaces doblones. Prolongó la faena más allá del primer aviso, generando una emoción inesperada cuando sonó el segundo. 




Sin embargo, no tuvo suerte Ruiz Manuel con su primero, un toro escaso de fuerza, que perdía las manos cuando el torero le bajaba la muleta y que adolecía de clase en la embestida. 




Con todo el almeriense, que había brindado su muerte a sus hijas Paula y María, consiguió dejar muletazos de trazo elegante y con sabor. 




Fandiño
Fandiño se las tuvo que ver con un ejemplar enrazado y poco aficionado al toreo artístico que le obligó a hacer alarde de autoridad y oficio. Cuado la raza del toro core pareja a la del torero, el resultado, más allá de la estética, es siempre emocionante. Cualquier enganchón, cualquier mantazo a destiempo podía echar por tierra esa faena disputada que Fandiño consiguió sacar adelante con absoluta claridad. Fandiño consiguió estar por encima de sus enemigo y, por eso,las manoletinas del final fueron más que adorno el premio de su victoria.  La espada le privó de  mejor resultado. 




El que cerraba la Feria quiso también sacar de sus casillas al buen torero vasco, pero éste le estuvo esperando en todo momento con su muleta de acero, quizás un poco más precipitada de la cuenta. Con todo, valió la pena ver como conseguía tirar de un animal que acortaba las  embestidas y se volvía con malos modos.




Fandi
A Fandi le cupo en suerte “Lanudo”, un toro encastado y serio que lo puso en evidencia desde el primer intento del granadino por torearlo de rodillas en la boca de riego. Tanto toro con tan poco torero no resulta y   la cosa quedó en adornos improvisados y muletazos hacia fuera. Ya avanzado el trasteo, el toro volvió a quitarlo del sitio una vez más, reafirmando su dominio sobre el torero y Fandi, volvió a los rodillazos por si eso le podía salvar la oreja, después de haber sido aclamado en tres pares a atoro pasado. En su segundo, otro toro interesante, Fandi despreció el cambio de tercio y puso un cuarto par por su cuenta y montó. A partir de ahí, rodillazos y flameo de muleta en un intento de demostrar que el toro no embestía. Tanto se prodigó que se escucharon injustos pitos en el arrastre para este quinto de la tarde. 



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