La Dulce Alianza se muda de número

La histórica confitería almeriense abrirá nuevo establecimiento en el edificio que promueve Olivencia en la Puerta Purchena

Empleados de la pastelería más antigua de Almería
Empleados de la pastelería más antigua de Almería
Manuel León
10:45 • 26 nov. 2014

La Dulce Alianza, la centenaria pastelería almeriense del Paseo, cambia de sede. Después de la Navidad se traslada unos metros más arriba, al nuevo edificio que promueve Olivencia -donde estuvo la Cervecería Alcázar- haciendo chaflán con la Puerta Purchena y la calle Tenor Iribarne.
El legendario establecimiento, fundado en 1888 por el granadino Miguel Mateos Hernández, contará en unos meses con una cafetería de 150 metros y una primera planta que se conservará con el mobiliario de caoba original de la familia fundadora.
El cambio viene provocado por la actualización de los locales en alquiler de renta antigua, que hace que los propietarios puedan adaptar precios de mercado, en enero, sin ningún límite.
Carlos Cano, hijo del propietario actual José Cano, asegura que con el traslado ganarán en amplitud pagando un precio de mercado. No obstante matiza que “estamos aún negociando con los dueños del actual local, si llegamos a un acuerdo de precio también mantendremos este local para otro tipo de negocio”.




De los Mateos a los Cano
  El local comercial  actual es propiedad de Miguel y Luis Mateos Romero, nietos del fundador. El negocio, que ha cumplido 120 años, se instaló primero en la antigua calle Sebastián Pérez (actual Concepción Arenal)  y de allí se mudó, en esa misma calle, a un local más próximo al entonces Paseo del Principe, junto al célebre Café Suizo. Hasta que en 1922 dio el salto definitivo a la arteria principal de la ciudad de La Alcazaba.
En 2011 inauguró una nueva delegación de sus dulces y viandas en uno de los bajos de la antigua Térmica, que continuará también abierto regentado por los propietarios José Cano y Gracia Sánchez.
La Dulce Alianza es quizá el segundo establecimiento comercial más antiguo de la ciudad, tras el bazar de artículos de regalo El Valenciano, en la calle Las Tiendas, abierto por Vicente Iborra  en 1870.




Toreros y actores
El establecimiento mantiene las recetas de siempre y ha surtido a todo tipo de clientela, de generación en generación, a nativos y a forasteros, a toreros y a actores de cine.
En los últimos años, el cañillo de agua que saciaba la se de los dulces ha desaparecido en favor de una cafería y tetería. Los productos de pastelería y de charcutería se siguen dando la mano, alternando las medias noches con los mazapanes de sicilia, las nueces de fondant o el paté de oca.
El fundador falleció en 1935  y continuaron el negocios sus hijos Isabel, Miguel y Luis, junto a su viuda, Enriqueta Sánchez Moncada. En el obrador llegaron a trabajar pasteleros de fuste como Manuel, de Los Molinos, Rafael y Gabriel. Cada uno de ellos tenía una especialidad, que iba de las bizcochadas, a las medias lunas para los toros, los hojaldres, glaseados y brazos de tarta de mantequilla.
 La casa de los Mateos solo aceptaba para hacer sus merengues y dulces la harina candeal procedente de Burgos, un lujo en plena Posguerra.En la caja estaba María Segura y llegaron a trabajar una docena de empleados.
En 1979, los hermanos Mateos, ya de avanzada edad, traspasaron el negocio a la familia Cano y a otros socios como Juan Rigaud,Luis el de Gladys y Manuel Sánchez, hasta que unos años más tarde, Cano lo asumió en solitario hasta ahora. 




120 años de historia
Cuando  Mateos abrió las puertas de La Dulce Alianza en un bisiesto año de 1888 acababa de morir Alfonso XII y reinaba su esposa, la regente María Cristina de Augsburgo. Almería aún no tenía ferrocarril, ni carreteras solo un puerto sin acabar, para salir y entrar de esta semiisla. El granadino tuvo que competir con la arraigada confitería La Sevillana que daba servicio a sus clientes en la Puerta Purchena desde 1866. En 1891 se acrecentó aún más la competencia con la apertura del la pastelería Once de Septiembre.Era una Almería en la que bullía la vida en las calles, con reatas de pavos a la venta por Navidad, barquilleros con su ruleta a cuestas, limpiabotas y pregoneros vendiendo La Crónica Meridional a la puerta del Café Suizo y niños con babero que se apiñaban para comprar una perrilla de almendras en La Dulce Alianza.








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